http://la-suerte-nunca-se-olvida.travelmap.net/photos/torres-del-paine

Torres del Paine Aunque en un principio no estaba en nuestros planes, después de dejarnos aconsejar por nuestros amigos argentinos, no podíamos pasar por alto esta etapa, esta vez del lado chileno de la frontera. Pasamos del confort de la cama y las suculentas comidas de Guille a la tienda de campaña y al camping gas, eso si, rodeados de magnificos paisajes. Gracias al concierto de Ricky Martin, que canto en Calafate la noche anterior, y a la suerte que tenemos haciendo dedo (nos regalaron nuestro segundo desayuno del dia y todo) conseguimos llegar hasta Puerto Natales, una pequeña ciudad tranquila con vistas a un lago que le da un toque muy bonito. Alli compramos comida para el resto de nuestros días en el parque naciónal y nos pusimos a hacer dedo para llegar a nuestro destino final a apenas 100 km de donde nos encontrábamos. La mala sorpresa es que llegamos unos minutos tarde y ya había gente al borde de la ruta. Con algo de suerte, conseguimos que nos acercasen un poco mas a nuestro destino, pero aun seguíamos estando bastante lejos y las horas del dia seguían pasando, y a las 17H no hay mucha gente con ganas de hacerse 100km para ir un parque nacional. Cuando ya estábamos perdiendo la esperanza e imaginando donde podíamos poner nuestra tienda en medio de la nada, aparece un autobús lleno de autoestopistas que iban a las Torres del Paine y que no tiene ningún problema en llevarnos. Pero como no todo podía ser perfecto, el autobús iba vacio hacia allí en busca de otro que se había averiado, pero por arte de magia, en medio del camino, volvió a funcionar y nuestro conductor nos dijo que no podía llevarnos hasta el final. Asi fue como conocimos Cerro Castillo, un pueblo casi fantasma en la frontera entre Argentina y Chile, donde nos cruzamos con los policías mas amables que nunca hayamos conocido. Ademas de policías simpáticos, la singularidad del lugar era el viento. Mira que hay viento en Patagonia, pero aquello se salía de madre. Finalmente conseguimos poner la tienda en el parque para los niños pequeños detrás de una pequeña barrera de madera que nos hizo la noche mucho mas soportable. A la mañana siguiente, con un pequeño café para poder entrar en calor y la compra unos guantes para no perder los dedos con el auto-stop, nos ponemos a levantar el dedo. Después de una hora al frio y ver una transhumancuia de al menos 1000 ovejas, conseguimos que alguien nos lleve hasta el parque. Una vez allí y con la tienda plantada en el camping (que no pagamos gracias a que Rémi se cruzo con unos franceses que se iban del parque un dia antes de lo previsto y ya tenían la noche pagada con desayuno incluido) como ya eran las dos de la tarde, nos dimos un pequeño paseo por una ruta que nos llevaba hasta el borde del lago y luego tomaba algo de altura, lo que nos permitia ver el paisaje. Tampoco nos deslomamos porque el recorrido importante era al dia siguiente, asi que después de unas pequeñas horas de paseo, volvimos al camping para disfrutar de nuestra suculenta polenta para la cena. Segunda noche consecutiva en la que el frio nos impedia ver la noche y las estrellas fuera de la tienda, asi que nos fuimos pronto para la cama, preparados para ver el amanecer sobre las impresionantes Torres del Paine. Fue increíble despertarse con esas vistas, hizo que valiese la pena el madrugon, eso y el desayuno reponedor que nos esperaba antes de la ruta. Y asi, con el estomago lleno y después de ver el efecto de luz que el amanecer hace sobre las Torres, nos preparamos para la caminata. Aunque subimos casi 800 metros durante 3h de recorrido, el camino fue menos agotador de lo que imaginábamos y la recompensa en lo alto cumplia con creces las expectativas. Era uno de los paisajes mas lindos que habiamos visto hasta el momento, y mira que nos hemos cuzado ya con cosas bonitas! Ni el frio ni el viento que hacia en lo alto nos impedia disfrutar de las vistas. Y hasta en el ultimo minuto tuvimos suerte cuando justo antes de empezar la bajada nos encontramos con un zorro! Aunque nos daba pena dejarlo atras, el dia no había terminado aun, todavía teníamos que deshacer lo andado y desmontar el campamento para salir rumbo Cerro Castillo, la ciudad por la que nunca hubiésemos imaginado pasar, y en la que terminamos durmiendo dos noches. Tuvimos bastante suerte y en poco tiempo estábamos alla de vuelta, reencontrándonos con el parque que tan bien nos habia recibido un par de noches antes. Como no podía ser de otra manera, en el pueblo donde menos suerte habíamos tenido por el momento levantando el dedo, nos quedamos esperando casi toda la mañana en la frontera para salir de Chile rumbo a Calafate. El lado positivo? Tener cara de muertos de hambre nos valio no una, sino dos invitaciones diferentes a desayunar. Ademas de conocer a unas cuantas personas que estaban en la misma situación que nosotros, bloqueados haciendo auto-stop en el fin del mundo, y recibir unos cuantos consejos para la siguiente parte de nuestro viaje del lado chileno. La pequeña anécdota del dia fue viajar con una pareja de franceses en una furgoneta de mas de 40 años y que ya había vivido varias vueltas al continente, eso si, con esa edad no se le podía meter prisa a la pobre. Y asi fue como termino nuestra escapada, volviendo otra vez a Calafate a 60km por hora (como máximo). Aunque esta vez solo nos quedamos el tiempo de despedirnos del lujo de dormir en una cama, de unas ultimas comidas de calidad y por supuesto de decirle hasta la próxima a nuestro anfitrión y amigo Guille.


Bien qu’au début ce n’était pas dans nos plans, après avoir reçu les conseils de nos amis argentins, nous ne pouvions pas échapper à une halte à cette étape, et cette fois-ci du côté chilien. Nous mettons donc de côté le confort du lit et la cuisine succulente de Guille pour la tente et le camping gaz entourés de magnifiques paysages. Grace au concert de Ricky Martin qui chantait à El Calafate la nuit d’avant, et à la chance que nous avons en faisant du stop (on nous offre notre second petit déjeuné du jour), nous arrivons à aller jusqu’à Puerto Natales, une petite ville tranquille avec une vue sur le lac qui lui donne tout son charme. Ici nous achetons à manger pour le reste des jours que nous passerons dans le parc national, et nous nous remettons à faire du stop pour faire les derniers 100km qu’il nous reste à faire. La mauvaise surprise était que nous arrivions quelques minutes trop tard et qu’il y avait déjà des gens sur le bord de la route. Avec un peu de chance, nous arrivons à nous faire approcher un peu de notre destination, mais nous restons encore suffisamment loin et les heures passent, ainsi après 17h, plus personne ne prend la direction de las Torres del Paine. Au moment où nous avions perdu l’espoir et commencions à penser où poser la tente pour la nuit, un bus apparut allant à Torres del Paine, rempli d’autostoppeurs, et nous propose de nous emmener. Mais comme tout ne peut pas être parfait, le bus allait en réalité vide jusqu’à un autre bus en panne au parc pour récupérer les gens bloqués, mais comme par magie, au milieu du chemin, le bus en panne se remit à fonctionner et notre conducteur nous annonce que finalement il ne pourrait pas nous ramener jusqu’au bout. Ainsi fut comment nous découvrîmes Cerro Castillo, un village fantomatique à la frontière entre le Chili et l’Argentine, où nous avons rencontré les gendarmes les plus sympathiques que nous n’avions jamais vu. En plus de ses gendarmes sympas, la singularité de ce lieu était le vent. Déjà qu’il y a beaucoup de vent en Patagonie en général, mais ici c’était le pire. Finalement nous avons réussi à planter la tente dans un parc à enfant derrière des palissades en bois, nous offrant une nuit supportable. Le matin suivant, après avoir acheté un petit café et une paire de gants pour nous réchauffer et ne pas perdre nos pouces, nous nous remettons à faire du stop. Après une heure dans le froid, avec le spectacle d’une transhumance de littéralement 1000 moutons, nous arrivons à nous faire prendre pour aller jusqu’au parc. Une fois là-bas, la tente installée (gratuitement grâce au fait que Rémi croisa des français qui partaient du parc un jour avant la date prévue et qui avait une nuit pour deux dans le camping avec petit déjeuné déjà payée), comme il était déjà 14h, nous partons faire une petite balade sur les sentiers qui nous emmènent jusqu’au lac et qui nous donnèrent un peu d’altitude pour apprécier le paysage. Sans non plus se surmener car la randonnée la plus importante était pour le lendemain, ainsi après quelques heures de promenade, nous retournons au camping pour profiter d’une succulente polenta pour le diner. Seconde nuit consécutive dans le froid, qui nous à empêcher de voir les étoiles en dehors de la tente, ainsi nous allons tôt au lit, préparé pour voir le lever de soleil sur les impressionnantes Torres del Paine. Ce fut incroyable de se réveiller avec cette vue, valant le coup de se lever à l’aube, ça et le petit déjeuner qui nous attendait avant de prendre la route. Avec le ventre plein et après avoir vu les effets de lumière du lever de soleil sur les tours, nous nous préparons pour la randonnée. Bien que nous ayons monté quasi 800m pendant trois heures, le chemin était moins épuisant que nous l’imaginions, et la récompense tout en haut était encore mieux que ce que l’on attendait. C’était un des paysages les plus joli que nous ayons pu voir jusqu’à présent, et pourtant nous en avons vu des belles choses. Ni le froid, ni le vent qu’il faisait en haut nous empêchèrent de profiter de la vue. Et voilà qu’au dernier moment avant de reprendre la descente nous avons eu la chance de rencontrer un renard. Bien qu’il nous donna un peu de peine pour le laisser derrière, le jour n’était pas encore fini, et il nous restait à redescendre et démonter le camp pour partir en direction de Cerro Castillo, la ville pour laquelle nous n’aurions jamais imaginé passer, et pour laquelle finalement nous dormirons deux nuits. Nous avons eu pas mal de chance car en peu de temps nous étions déjà sur le chemin du retour, retrouvant le parc qui nous avait reçu quelques nuits auparavant. Comme s’il ne pouvait se passer autrement, le village où nous avions eu le moins de chance en levant le pouce, nous sommes restés à attendre quasiment toute la matinée au poste de frontière pour sortir du Chili en direction de Calafate. Le côté positif ? avoir la gueule de mourir de faim nous a valu, non pas une mais deux invitation différente pour le petit déjeuner. Et en plus de faire la rencontre de plusieurs voyageurs dans la même situation que nous, bloqués en faisant du stop au bout du monde, ainsi que de recevoir des conseils pour nôtre voyage, particulièrement du côté chilien. La petite anecdote du jour fut de voyager avec un couple de français dans une fourgonnette hippie de 40 ans qui avait vécu plusieurs aller et retour sur le continent, mais avec cette âge, on ne pouvait pas la presser la pauvre. Et ainsi fut comment nous avons terminé notre escapade, en revenant à El Calafate à 60km/h (maximum). Cette fois-ci, nous sommes resté le temps de nous reposer avec le luxe d’un lit, d’une dernière cuisine de qualité et bien sûr de dire aurevoir à notre hôte et ami Gille.